Jump to content
The World News Media

Las hermanas Williams, Jehová y el parque de atracciones


Guest Nicole

Recommended Posts

  • Guest

14857161412026.jpg

Venus y Serena Williams, en una imagen de 1998. REUTERS

 

30/01/2017 12:28

Los macarras de las bandas de Compton, un barrio marginal de Los Angeles, se acercaban asombrados por el sonido de los golpes. Cristales rotos sembraban el fondo de la pista. De pronto, un periodista asomó la nariz entre la alambrada. Venus, con 10 años, estaba machacando sin piedad a Serena, 15 meses más joven. Pero necesitaba ir al baño. Richard, el padre, aceptó de mala gana y la hermana mayor, entre carcajadas, abandonó acrobáticamente el rectángulo, con las manos sobre el cemento y las piernas en alto. El reportero se acercó a la oreja de Richard entre susurros.

-- Creo que tienes a la próxima Michael Jordan.

-- No, aquí juegan las dos próximas Michael Jordan.

Richard Williams, por entonces, era un ex jardinero que sabía de tenis lo que le habían enseñado algunos cursos adquiridos por correspondencia. A su modo, pasional y contradictorio, manejaba a dos hijas prodigio. Le gustaba alardear ante los ejecutivos de Reebok y Wilson y los hacía esperar al teléfono. Su esposa Oracene, en cambio, actuaba de un modo más afectuoso. Llevaba a las niñas al cine y a la playa, aunque también les exigía buenas notas en el colegio. «Durante las pausas de los entrenamientos sólo se escuchaba "Mamá esto o mamá lo otro"». Así lo recuerda Dave Rineberg en My seven years as hitting coach for the Williams sisters (Frederick Fell Publishers, 2003) un libro donde desgrana con todo detalle la evolución de las campeonas. Entre 1992 y 1999, el técnico lidió con los delirios de grandeza de Richard. También con sus prejuicios raciales, con sus continuas provocaciones a los blancos, fueran rivales, amigos o periodistas. «Acercaos, no os haremos daño», exclamaba entre bambalinas. Las niñas, ajenas a tantas excentricidades, cumplían uno a uno los plazos hacia la cima.

En octubre de 1994, Venus debutó como profesional en el torneo de Oakland. Arantxa Sánchez-Vicario, vigente campeona de Roland Garros y US Open, aguardaba en segunda ronda. Aquella niña, con sus desmesuradas zapatillas y sus trenzas de plástico al viento, masacró a la española desde el inicio (6-3, 3-1). Sin embargo, de repente, simplemente desapareció, hasta entregar los 11 juegos siguientes. Rineberg ofrece en el libro su explicación de los hechos. «Una semana antes de viajar a Oakland, Richard y Oracene liberaron de todo trabajo a las chicas. Las llevaron a una reunión de los testigos de Jehová y a dos parques de atracciones». ¿Quién dice ahora que esa brutal exigencia y ese peculiar paternalismo no dieron resultado? ¿Qué padres no repetirían su método?

El sábado, la final entre hermanas en Melbourne decantó el 23º título de Grand Slam para Serena, récord histórico en la Era Open. Esa bestia insaciable, ahora que me acuerdo, se estrenó en el Open de Australia, con una derrota ante Venus (7-6, 6-1) y otra en dobles mixtos (7-6, 6-2). Formaba pareja con el ídolo local, un chaval rubio de 17 años, llamado Lleyton Hewitt. Tras caer en primer ronda, Serena fue clara en su veredicto: «Podría ganar a este tipo. Su tenis es espantoso. Será la última vez que juegue con él. Ni siquiera podía mantener su servicio».

http://www.elmundo.es/deportes/2017/01/30/588e3ea146163f28328b45b8.html

Link to comment
Share on other sites


  • Views 1.9k
  • Replies 0
  • Created
  • Last Reply

Popular Days

Posted Images





×
×
  • Create New...

Important Information

Terms of Service Confirmation Terms of Use Privacy Policy Guidelines We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue.