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El llanto de Níger


Raquel Segovia

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La tradición cultural lleva a hombres y mujeres a procrear a niveles récord a pesar de vivir en las condiciones más miserables

 

Níger, especial) Marie se desangra, el doctor agarra su cara de una manera brusca. Le grita. No quiere que pierda el conocimiento. Tras una operación de útero ha perdido mucha sangre, se desvanece, se pierde.

Es otro día de furia en el hospital de Infantes en Diffa, en una de las zonas más calientes de Níger, el borde con Nigeria. En los pasillos, decenas de madres esperan, ataviadas con faldas coloridas, espantando los moscas con un abanico. El doctor Soule Assan, director del centro, es nuestro guía; Sonríe mientras habla con los pacientes. Siempre sonríe. Pasea con su bata blanca y sus gafas. En una de las salas Raina se encuentra encorvada, de pie, ha roto aguas. Un charco bajo sus piernas predice el parto inmediato. Nos mira con angustia y niega con la cabeza, no es momento de entrevistas. En la camilla de al lado Jessie amamanta a sus mellizos, recién nacidos. "Tengo cuatro, soy funcionaria en el ministerio de Agricultura, no tengo problemas para mantenerlos. Si tienen que venir más vendrán, inshala –si Dios quiere-", afirma mientras se tapa uno de sus pechos.

Continua la visita. En esta sala hay que lavarse las manos, entrar descalzos y de manera rápida. Apenas se pueden sacar fotos. Es la habitación de prematuros. Aquellos que vieron la luz demasiado pronto, que se debaten entre la vida y la muerte, sin apenas abrir los ojos. Se estiran, emiten leves gemidos.

 

"Si tienen un hijo cada dos o tres años, no es problema, el problema es cuando los tienen continuamente, así no es viable", afirma el doctor Assan en su despacho. "Lo que me avergüenza es que de los 200 trabajadores que hay en este centro solo 13 sean del gobierno. Esto estaba tranquilo pero cuando comenzó el éxodo migratorio desde Nigeria por el terrorismo –Boko Haram-, se descontroló. Si no fuera por la organización francesa Médicos Sin Fronteras, no daríamos abasto", sentencia sin tapujos, denunciando claramente a la administración local.

 
Niger tiene la atsa de natalidad más grande del planeta (Fotos: Sebastián Castañeda)
Niger tiene la atsa de natalidad más grande del planeta (Fotos: Sebastián Castañeda)

El sistema arcaico y medievo data de 1960, cuando las mujeres tenían una media de 7,5 hijos. Según el Banco Mundial en el 2016 era de 7,2. Hablamos por tanto, del país con más alta natalidad del planeta. Además, según estimaciones, la población se duplicará en 18 años, lo cual significa que más de 36 millones de personas residirán en una nación que ocupa el último lugar del mundo en el índice de desarrollo humano, calculado según la esperanza de vida al nacer, el nivel educativo de la población y el PIB per cápita. Es decir: Níger es el país más pobre del mundo.

 
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A todo esto hay que sumar la densidad de población, con una esperanza de vida de 58 años y una renta de 400 euros anuales, según también el Banco Mundial. Por otro lado, las hambrunas y la situación geopolítica que vive el país durante los últimos cinco años, acorralado por la agrupación terrorista Boko Haram desde Nigeria, los conflictos en Libia y en Malí , el tránsito en masa de migrantes y redes de tráfico de drogas y armas, han generado "una bomba de relojería" que explota a corto y largo plazo en las costas europeas.

 
Por tradición cultural. los hombres creen que deben tener como mínimo 11 hijos
Por tradición cultural. los hombres creen que deben tener como mínimo 11 hijos

El cordero degollado

En el mercado de Niamey, la capital, sacrifican varios corderos. Se preparan para la gran fiesta musulmana, el Tabasky. Según la historia, conmemora el pasaje recogido tanto en la Biblia como en el Corán, en el que se muestra la voluntad de Abraham (Ibrahim) de sacrificar a su hijo como un acto de obediencia a Dios, quien finalmente intervino para proporcionarle un cordero que sacrificó en su lugar. Hanissen anda en silla de ruedas, lo cual no le ha impedido tener una familia numerosa, 12 vástagos. En su humilde casa de adobe es difícil que haya orden, los chavales corren por todo lados gritando mientras su madre arrastra de los cuernos otro macho cabrío. En Níger, como en tantos países africanos, la mayoría de las cosas las hacen las mujeres. Hay un hoyo donde degüellan a los animales. Hoy la sangre riega la tierra, la colorea, la tiñe de rojo. Un balde de plástico azul se encuentra en el medio. La gente, los vecinos y los pobres toman pequeñas laminas de cordero cocido. Algunos devoran las primeras cabezas, destrozan las mandíbulas para arrebañar los sesos, la lengua, los ojos. Son las partes más preciadas, más tiernas. Un gran festín.

 
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"Las grandes familias son un símbolo de felicidad, de hecho Mahoma llegó a tener nueve esposas otros escritos hablan de 20. Y siete hijos. Una de ellas Aisha tenía seis años de edad cuando fue prometida al profeta, que tenía 54, aunque el matrimonio se consumó cuando ella tenía nueve años. En cualquier caso, fue el propio profeta quien limitó la cifra a un máximo de cuatro. Siempre y cuando puedas cuidarlas y quererlas por igual", aclara Hanissen.

 
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Nuestro anfitrión sirve algo de té, no parece dispuesto a hablar de cifras, las cuales no son alentadoras. Y especialmente crueles con las mujeres y los niños. La esperanza de vida es una de las más bajas, de 44 años. Su tasa de natalidad: 51,6 nacimientos por 1000 habitantes. La mortalidad también elevada, ubicándose en el puesto dieciocho a escala mundial con 14,83 muertes por mil habitantes. Y la mortalidad infantil es de las mayores del mundo, con 116,66 fallecimientos por 1.000 nacimientos

 
La mortalidad infantil es de las más altas del mundo: 116,66 cada mil nacimientos
La mortalidad infantil es de las más altas del mundo: 116,66 cada mil nacimientos

A pocos kilómetros, en hospital general, los ventiladores rugen con fuerza, paredes de verde gastado y muchas mujeres de ébano. A veces hasta tres que se colocan de manera transversal sobre cada camillas, para poder descansar.

El habitáculo cercano da escalofríos. Es el de moribundos. La penumbra. La oscuridad. Un hombre acaricia el pecho de su hijo adolescente, el niño exhala profundamente. Suspira. Agoniza frente a su padre, quien ve con impotencia como la vida de su pequeño se le escapa. Otros tres menores apenas pueden abrir los ojos, yacen agotados. La malaria hace estragos. Sin medicinas es mortal. Para algunos es demasiado tarde. Una niña yace tapada con un manto rosa. Tan solo asoman sus pies, las moscas de nuevo, las moscas.

 
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Laima Saim, doctora, dice: "Vosotros lo veis de una manera moderna pero en Níger tener hijos no es problema, es bendición. Os sentís una civilización. Claro que se están implementando medidas de planificación, incluso DIUS intravenosos que duran tres años, también se reparten algunos preservativos pero la gente es rehacía. Y cuando se acaban no tienen para comprar más anticonceptivos".

 
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Volvemos a Diffa. La frontera caliente con Nigeria. Cae el sol, el río Komadougou brilla bajo los últimos rayos, que se cuelan por la ventana del hospital materno. Rania ya dio a luz, el niño goza de buena salud, mientras que su compañera de sala Jessi, sigue amantando. El bullicio se calma, el llanto cesa, pero si no se toman medidas urgentes, volverá y crecerá hasta volverse imparable.

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