Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos (Prov. 14:15).
No olvidemos que algunas enfermedades todavÃa no tienen cura. Por eso es bueno ser precavidos cuando nos recomienden tratamientos que prometen soluciones milagrosas. Por otro lado, el apóstol Pablo aconsejó lo siguiente a los cristianos de su época: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filip. 4:5). El cristiano que es razonable no descuida las actividades espirituales por estar demasiado pendiente de su salud. De lo contrario, corre el riesgo de terminar pensando solo en sà mismo (Filip. 2:4). Tengamos presente que la salud espiritual es mucho más importante y que, mientras estemos en este sistema de cosas, es inevitable que nos enfermemos (Filip. 1:10). Con todo, en temas como la salud, cada uno debe tomar sus propias decisiones y aceptar las consecuencias. w15 15/9 2:8, 10
Â
Â