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¿Debería pedir dinero prestado?


Raquel Segovia

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La Atalaya .

Diciembre 2014:

Pedir prestado es como ir a una boda; devolver el préstamo es como ir a un funeral. (Refrán africano)

ESTE refrán de África oriental describe muy bien lo fácil que es pedir dinero prestado y lo difícil que es devolverlo. ¿Opina usted lo mismo? Aunque en ocasiones pudiera parecer la mejor opción, ¿es buena idea endeudarse? ¿Qué riesgos hay?

Uno de los principales riesgos se menciona en otro refrán africano: Pedir y prestar arruinan la amistad. En efecto, las deudas podrían echar a perder las relaciones entre amigos y familiares. Y es que, aunque tengamos las mejores intenciones y pensemos bien las cosas, a veces los planes no salen como queremos. Por ejemplo, cuando el deudor no paga a tiempo, el que le prestó podría enojarse, y es probable que surjan tensiones entre los dos e incluso entre sus familias. Por lo tanto, deberíamos ver los préstamos como el último recurso, no como una manera fácil de conseguir dinero.

Pedir prestado también podría poner en peligro nuestra amistad con Dios. ¿Por qué decimos eso? Porque la Biblia llama malvadas a las personas que se niegan a pagar sus deudas (Salmo 37:21). También advierte que quien “toma prestado es siervo [o esclavo] del hombre que hace el préstamo” (Proverbios 22:7). El deudor debe entender que, hasta que termine de pagar, tiene un compromiso con quien le prestó y no es libre de hacer lo que quiera. Como dice otro refrán africano: Quien toma prestadas las piernas de un hombre tiene que ir adonde el hombre quiera.

Por eso, lo mejor es devolver el dinero cuanto antes. Si no, tarde o temprano empezarán los problemas. Dejar que las deudas se acumulen tiene graves consecuencias: angustia, noches sin dormir, trabajo extra, discusiones de pareja y separaciones, por no mencionar posibles demandas e incluso la cárcel. Sin duda, son muy sabias las palabras del apóstol Pablo: “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse unos a otros” (Romanos 13:8).

¿REALMENTE ES NECESARIO?

Como hemos visto, lo mejor es no apresurarse a pedir prestado. Lo más sensato es preguntarse: “¿De verdad me hace falta el dinero? ¿Lo necesito para salvar mi negocio y así poder seguir cuidando de mi familia? ¿O será que me estoy dejando llevar por la codicia y quiero vivir por encima de mis posibilidades?”. En la mayoría de los casos, es mejor conformarse con menos que atarse con deudas.

Claro, habrá ocasiones excepcionales en las que la única salida será pedir un préstamo, tal vez para hacer frente a una emergencia. Si decide hacerlo, recuerde que siempre debe actuar con honradez. ¿Qué queremos decir con eso?

Para empezar, no debemos creer que una persona está obligada a ayudarnos simplemente porque tiene dinero. Tampoco debemos aprovecharnos de ella; no está bien creer que si nos hace un préstamo, no hay necesidad de devolvérselo porque no le hace falta. Jamás envidiemos a los que parecen tener una mejor condición económica que nosotros (Proverbios 28:22).

De nuevo, asegúrese de pagar el dinero cuanto antes. Si quien le prestó el dinero no fijó las fechas de los pagos, fíjelas usted y cúmplalas. Es aconsejable poner por escrito el acuerdo; así se evitarán malentendidos (Jeremías 32:9, 10). Si es posible, haga los pagos en persona para que pueda darle las gracias a quien le hizo el préstamo. Pagar puntualmente le ayudará a mantener una buena relación con él. Recuerde lo que dijo Jesús en el Sermón del Monte: “Cuando ustedes digan ‘sí’, que sea realmente sí; y cuando digan ‘no’, que sea no” (Mateo 5:37, Nueva Versión Internacional). Además, nunca olvide la Regla de Oro: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12).

ÚTILES CONSEJOS DE LA BIBLIA

¿Qué puede hacer si siente el impulso de pedir prestado? La Biblia ofrece el remedio: estar contentos con lo que tenemos y darle devoción a Dios (1 Timoteo 6:6). Las personas que están contentas con lo que tienen se ahorran los muchos problemas que causan las deudas. Por supuesto, el mundo de hoy lo hace muy difícil, pues nos empuja a satisfacer de inmediato todos nuestros deseos. Es en esos momentos cuando necesitamos la devoción a Dios. Veamos un ejemplo.

Un matrimonio de un país de Asia recuerda que cuando eran jóvenes envidiaban a quienes tenían casa propia. Así que decidieron comprarse una; para ello, usaron sus ahorros y pidieron prestado a un banco y a sus familiares. Sin embargo, no tardaron en sentir lo pesado que es pagar tanto dinero todos los meses. Se pusieron a trabajar más y más, lo que les dejaba poco tiempo para estar con sus hijos. “El estrés, el sufrimiento y las pocas horas que dormíamos eran como llevar encima una enorme piedra —reconoce el esposo—. Estábamos muy agobiados.”

“Ver las cosas materiales como las ve Dios es una protección”

Un buen día recordaron lo que dice 1 Timoteo 6:6 y decidieron que la única solución era vender la casa. Tardaron dos años en liberarse de aquella carga. ¿Qué aprendieron de esa amarga experiencia? “Ver las cosas materiales como las ve Dios —comentaron— es una protección.”

Muchas personas conocen refranes sobre los riesgos de endeudarse, pero eso no ha impedido que sigan haciéndolo. Después de analizar estos consejos de la Biblia, ¿no sería bueno pensarlo dos veces antes de pedir dinero prestado?

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